Medicamentos y lactancia
La importancia de la lactancia materna es indiscutible por toda una serie de ventajas tanto para el niño como para la madre, incluidos el incremento del vínculo afectivo entre ambos y la disminución de la incidencia de diarreas en el bebé, que favorece, de esta manera, sus defensas. La producción de leche empieza normalmente a las 48 horas tras el parto. Su composición es distinta en cada etapa, y varía en función del tiempo transcurrido desde el nacimiento para adaptarse a las necesidades del desarrollo del lactante.
Al igual que venían haciendo durante el periodo del embarazo, las madres lactantes evitarán la automedicación, para impedir que se produzcan efectos adversos en el recién nacido. Los medicamentos que se administran a la madre pueden, teóricamente, pasar a la leche y ser ingeridos por el niño. En principio, las madres lactantes deben emplear únicamente aquellos fármacos que sean estrictamente necesarios. El médico valorará el riesgo potencial en cada caso concreto, así como la dosis y la duración del tratamiento, y decidirá el régimen terapéutico a establecer. Algunos medicamentos, que a veces se toman para una alergia, resfriado o tos, se excretan por la leche.
De igual forma, existen fármacos que pueden disminuir la cantidad de leche secretada, y por ello es tan importante no usar ninguno de ellos sin consultar con el médico o farmacéutico.
Si el medicamento es seguro, no es necesario suprimir la crianza del niño. Como norma general, no hay que interrumpir la lactancia sin asegurar que la medida es imprescindible, puesto que hay medicamentos que no representarán un problema para el bebé. Que un medicamento se excrete en la leche materna no implica necesariamente toxicidad para el lactante, ya que para que esto ocurriera tendría que alcanzar determinadas concentraciones. En la mayoría de los casos, los medicamentos se excretan por la leche en cantidades demasiado pequeñas como para afectarle. Sin embargo, en otras ocasiones el medicamento en cuestión puede que no llegue a ser perjudicial, aunque en determinados casos el bebé podría llegar a rechazar la leche materna por el sabor desagradable que le comunica.
Por eso, es imprescindible el consejo médico o farmacéutico antes de tomar cualquier medicamento.Por otro lado, la cantidad de medicamento que se excreta a través de la leche depende de determinados factores de la madre (si es calostro o leche de otra etapa, intervalo de administración del medicamento, entre otros), del niño (capacidad de succión, frecuencia de las tomas) y del propio medicamento (solubilidad, peso molecular).
Si la madre no puede amamantar al bebé, es importante no crear un estado de ansiedad desproporcionado. En estos casos tendrá que haberse previsto una lactancia alternativa. Los laboratorios fabricantes de leches infantiles elaboran productos para cubrir las necesidades específicas de cada etapa, y se ha conseguido que los preparados se adecuen totalmente a las necesidades de cada periodo. Pese a todo, el desarrollo de la afectividad también es posible obtenerlo con un biberón.
Consejos:·Todos los medicamentos que se administran a la madre pueden pasar a la leche y ser ingeridos por el niño. ·Aunque la leche materna es el mejor alimento para el recién nacido, si la madre está tratándose con medicamentos, seguramente deberá recurrirse a la lactancia artificial, preparada para cubrir todas las necesidades del bebé. ·Las madres lactantes evitarán la automedicación, para prevenir efectos adversos en el niño.