La Consejería de Educación y Cultura ha terminado las obras de consolidación y restauración de las torres 8, 9 y 10, y de los paramentos entre ellas, de las Murallas Merinidas, una actuación que ha requerido una inversión de unos 370.000 euros de los que la Ciudad ha aportado 93.000 y el Ministerio de Fomento, con cargo al 1,5 % Cultural, 277.000 euros. La actuación ha servido para reforzar la estructura de la parte de este resto patrimonial que ha sido objeto de las obras de acuerdo con el proyecto redactado por el arquitecto municipal Javier Arnáiz, y el objetivo de la Consejería que dirige Javier Celaya es continuar estos trabajos por las torres 6 y 7 y su correspondiente paramento, en sintonía con el interés del Gobierno de Ceuta de poner en valor el rico patrimonio local en todas sus formas.
Lo ejecutado ha sido mucho y variado. En lo que se refiere a los paramentos, la obra ha implicado, entre otras cosas, sanear superficies de hormigón original y de restauración y eliminar vegetación parasitaria; implantar mallas de fibra sintética; introducir agujas de madera en mechinales originales clausurados con mortero bastardo –los mechinales son agujeros cuadrados que se dejan en las paredes cuando se fabrica un edificio para meter un palo horizontal del andamiaje-; desbrozar y desmontar el terreno al pie del muro hasta reconocer la cimentación de las estructuras; anclar al hormigón original con varillas de fibra sintética; construir nueva tapia de hormigón de tierra y cal de características físico-químicas similares al original; e impermeabilizar el muro.
En cuanto a las torres, los trabajos tampoco han sido tema baladí. Cabe destacar, de todo lo hecho en ellas, su remate con hormigón de cemento blanco, cal, tierra y arena parduzcas, dejando unos bordes biselados para el desagüe de pluviales y procurando, así, un impacto visual menor; el empleo, como en los paramentos, de varillas de fibra sintética introducidas desde los mechinales exteriores y de otras similares utilizadas como anclaje de viga de coronación; el saneado de la superficie de hormigón original y de restauración, para lo que hubo de ser eliminada, también, la vegetación parasitaria; el relleno original formado por una mezcla de tierra, mortero de cal y piedras; y la utilización de vasos de hormigón armado con mallazos de redondos y de membranas impermeabilizantes.
Además, de acuerdo con el proyecto redactado por los Servicios Técnicos de la Ciudad, la ejecución del proyecto ha incluido el relleno de oquedades, fisuras y mechinales con morteros bastardos de cualidades cromáticas y resistentes similares al material medieval, gárgolas cerámicas, solería de baldosas, y micropilotes y varillas de fibras sintéticas introducidas de forma oblicua, en número variable según la longitud y situación de las fracturas a coser.
Excavación previa y catalogación de las murallas medievales
Con carácter previo a la ejecución de todos esos trabajos, acometidos en un plazo de en torno a siete meses, la misma Consejería de Educación y Cultura llevó a cabo una excavación arqueológica para confirmar la existencia de restos. Lo hallado fue algún que otro material contemporáneo no afectado por la obra y restos de viviendas del siglo XVIII ubicados por debajo de la cota, ante lo que los Servicios Técnicos, dirigidos por el arqueólogo municipal Fernando Villada, decidieron y realizaron su estudio y documentación, un trabajo convenido con el Estado.
Las Murallas Meriníes, calificadas como monumento de la Edad Media datado entre los años 709 y 1415, están calificadas como Bien de Interés Cultural. Se trata, de acuerdo con la descripción que hace la Sección de Patrimonio Cultural de la Consejería, de lienzos de murallas de 10 a 12 metros de alto y 1,60 de grueso con torres rectangulares de 16 metros de altas, salientes y huecos, que fueron rematadas por almenas y construidas con tapial de mortero de barro y cal sentado en tongadas (capa con la que se cubre) de 70 centímetros, aproximadamente, y sin cimentación. Del conjunto, del que se conservan visibles unos 500 metros lineales, destaca como característica la llamada Puerta de Fez.
Las Murallas Meriníes están en el Campo Exterior, en concreto, en la orilla oriental del Arroyo de Fez, en terrenos de las barriadas de Villajovita, Pedro Lamata y Zurrón, de tal manera que los lienzos visibles ocupan el muro posterior del cuartel del Regimiento de Artillería nº 30, las paredes medianeras traseras de la calle Lope de Vega y la zona aledaña a la pista polideportiva de la barriada de Zurrón. A esto se suman algunos otros restos dispersos, fundamentalmente en la zona entre Terrones y el cauce alto del Arroyo de la Ribera.