09
Vie, Ago

El jurado otorga por unanimidad el Premio Convivencia a Malala Yosafzai, la niña que desafió a los talibanes con la educación

Presidencia
Tipografía
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

El jurado del Premio ConvivenciaEl jurado del Premio Convivencia 2015, reunido en el Salón del Trono del Palacio de la Asamblea, ha decidido hoy que Malala Yousafzai, la niña pakistaní que usó la educación para desafiar a los talibanes de su país y que fue Premio Nobel de la Paz 2014, sea quien recibida este galardón en reconocimiento a su figura y lo que representado. El jurado ha destacado ha destacado de Malala, "su coraje, la ejemplaridad de su conducta, que le ha convertido en un símbolo vivo de los derechos a la educación y a la igualdad", que son "valores esenciales de la convivencia", haciéndolo, además, "bajo una filosofía de no violencia", tal y como destacó Begoña Cerro, subdirectora general de Cooperación Cultural con las Comunidades Autónomas del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que actuó como portavoz del jurado y que anunció el fallo junto a la presidenta de la Fundación Premio Convivencia, la consejera Mabel Deu. La candidatura fue propuesta por la asociación cultura Al Idrissi, con el apoyo de la Unión de Comunidades Islámicas de Ceuta (UCIDCE), Luna Blanca e Intercultura.

La historia de Malala Yousafzai comienza en 2009, cuando la niña tenía 12 años y los talibanes pakistaníes controlaban el valle del Swat, en el noreste de Pakistán e imponían su versión rigorista del Islam. Una de sus medidas fue prohibir que las niñas acudieran a la escuela. El 70 % de sus compañeras había dejado de acudir a clase por miedo o por indicación de sus familias, pero Malala acudía de manera casi clandestina, sin uniforme y escondiendo sus libros. Y comenzó a narrar sus experiencias en un blog diario en la página de la televisión pública inglesa, la BBC, en urdu (una de las lenguas que se hablan en Pakistán) bajo el seudónimo Gul Makay.

La historia llamó la atención del periodista del New York Times Adam B. Ellick, que entrevistó a Malala y le puso cara, para el mundo pero también para sus enemigos. En 2010, el Ejército paquistaní expulsó finalmente a los talibanes del Swat y Malala volvió a su escuela, como ella misma se encargaba de contar contenta a la BBC.

El Gobierno, incluso, decidió convertirla en icono y darle un premio nacional a finales de 2011. Pero desde que su identidad había sido revelada, Malala y su familia sufrían amenazas contínuas. El 6 de octubre de 2012, finalmente las amenazas se convirtieron en realidad. Un grupo de hombres armados llegó a la escuela, preguntó por ella y la esperó a la salida. Después, subieron al autobús escolar y le dispararon a bocajarro en la cabeza y el cuello, dejándola al borde de la muerte. El portavoz de los talibanes pakistaníes, Ehsanullah Ehsan, confesaba que el grupo estaba tras el ataque. "Es pro-occidental, estaba hablando contra los talibanes y decía que el presidente Obama era su ídolo. Era joven pero estaba promoviendo la cultura occidental es las zonas pastunes", dijo.

La joven activista fue trasladada en un avión ambulancia desde Islamabad al hospital Queen Elisabeth de Birmingham, en Reino Unido, donde se sometió a dos intervenciones quirúrgicas. En sus primeras declaraciones tras recuperar el habla, Malala reafirmó su compromiso con el derecho de la mujer a la educación.

Las lecciones de Mahoma, King, Gandhi y la Madre Teresa

En noviembre de 2012, la ONU dedicó un día en su nombre al derecho universal a la educación. Durante su discurso, la joven afirmó que no estaba en contra de nadie, ni siquiera de los talibanes en su país, y aseguró que incluso si tuviera una pistola "no dispararía" a la persona que la atacó. "Es algo que aprendí de Mahoma, el patrimonio que recibí de Martin Luther King y de Nelson Mandela, la filosofía de la no violencia que aprendí de Gandhi y la Madre Teresa, el perdón que aprendí de mi padre y de mi madre", aseguró entre aplausos. Quizá por ello ha pedido, recientemente, que se negocie con los talibanes, los mismos que intentaron matarla y le prohibieron ir a clase.

Sin embargo, el predicamento de Malala en el exterior no es correspondido en su país, donde la celebración de la ONU pasó desapercibida. Los talibanes la han vuelto a acusar de abandonar el islam y de "convertirse al laicismo", quizá para recordarle que su recién ganada fama internacional no es ningún seguro de vida en la convulsa sociedad paquistaní. La joven, que vive en Birmingham (Inglaterra), sin embargo a día de hoy le gustaría regresar a su país y dialogar con los talibanes.